El azul turquesa es el color del agua, nos recuerda a las hermosas playas del Caribe, por eso transmite las sensaciones de relajación y descanso.
Lo puedes introducir en complementos como cojines, pequeñas alfombras, fundas de sofá, toallas, edredones nórdicos, juegos de cama o manteles.
En esos casos, después del verano, cuando te canses los podrás cambiar fácilmente.
Trasmite mucha alegría, es divertido, luminoso y fresco, por todo eso tiene muchas ventajas para la decoración tanto de interiores como de exteriores.
Lo podemos incorporar a nuestra casa del mismo modo en que lo hacemos con todos los otros colores, tenemos varias opciones: podemos optar por pintarlo en alguna pared mediante, podemos decantarnos por colocarlo como papel pintado, también podemos lacar algún mueble, esa es una buena opción si alguna parte del mobiliario precisa ser restaurada y por último la forma más sencilla, barata y reversible de incorporar una tonalidad es a través de los complementos textiles.
Para poner las paredes de color azul turquesa debemos estar muy seguros de nuestra elección, esa tonalidad puede quedar especialmente bien en una habitación pequeña, un dormitorio infantil, una sala de estar auxiliar y en espacios con grandes ventanales que permitan la entrada de luz natural.
El problema es que es un color muy intenso, con mucha fuerza, y a pesar de ser tono frío tiene mucho brillo y eso le da un gran protagonismo, llama mucho la atención y por esa razón puede llegar a cansar si lo introducimos en una habitación muy grande.
Siempre podemos decantarnos por hacer combinaciones. Mientras que para terrazas o jardines cercanos a la costa o a la playa es un color muy de moda.
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