Casa de Verano

El blanco es la seña de identidad de esta luminosa casa mallorquina. Con una distribución diáfana y ventanales que se asoman al mar, es un ejemplo de cómo lograr que el paisaje se transforme en elemento decorativo. 

Salón por duplicado 
Cuando el tiempo lo permite, las puertas de la terraza se dejan abiertas. ¿El resultado? El salón se prolonga hacia la zona de estar situada al aire libre. El uso del mismo pavimento —piedra caliza— en el interior y el exterior, potencia la sensación de continuidad.

Una silla redonda 
Su peculiar forma —un único círculo que aúna el respaldo y el asiento— está de plena moda.

Un comedor a medida 
El arquitecto Antonio García-Ruiz Puigserver diseñó, en colaboración con Decágono, la original mesa plegable de comedor. A la izquierda se aprecia la barandilla de la escalera, realizada en chapa metálica lacada en color blanco. Individuales, de Filocolore. Jarra blanca y vasos azules, de Ikea. Las sillas Nap son de Fritz Hansen.

Un dormitorio con vistas al mar 
El dormitorio tiene salida directa hacia la terraza. La puerta se instaló con una gran hoja de cristal, que enmarca el paisaje e integra el exterior como parte de la decoración. El armario, empotrado, se completó con frentes de lamas lacadas en color blanco.

Comedor al aire libre 
La terraza en forma de L permitió organizar una zona de comedor en el jardín. Los muebles, en color blanco, se funden con el suelo y ceden el protagonismo al paisaje mediterráneo. Mesa de comedor, de Decágono. Sillas Nap, de Fritz Hansen. De Mestre Paco: tela del mantel y vajilla. Individuales, de Ikea.

Un salón jardín 
Gran parte de la vida familiar tiene lugar en el exterior. De ahí que a la zona de estar situada al aire libre se le concediera la misma importancia decorativa que al salón interior, con un sofá, una mesa de centro y una butaca. Mobiliario de la serie Flat, de la firma Gandía Blasco, con perfilería de aluminio termolacado, adquirido en LF91 Project Management.

 

Equilibrio en blanco 
Los múltiples cajones, gavetas y armarios que permiten una enorme capacidad de almacenaje en la cocina, apenas son perceptibles. Sus frentes en color blanco se funden con las paredes, los electrodomésticos e incluso con la puerta de entrada. Mobiliario de la firma Doca, instalado por Aquaquae. Horno y micro, de Teka. Grifería, de Blanco.

 

Un baño de placer 
El plato de ducha plano se elevó unos centímetros sobre el nivel del suelo para facilitar el desagüe. Un toallero radiador mantiene las toallas calientes y secas. La mampara separa la zona de ducha del lavabo pero, al ser de cristal, se mantiene la sensación de amplitud. Ducha, de Sanitarios Valadares. Lavabo, de Duravit. Grifería, de Ritmonio. Taburete, de Mestre Paco.

Luz hasta la puerta
La concepción del salón, el comedor y la cocina como un gran espacio diáfano permite que la luz circule libremente desde el ventanal de la terraza hasta la puerta de la entrada.

Cojines lisos y de flores, de Filocolore. Los de rayas, así como la alfombra, son de Ikea. Botellas y taburetes con troncos de madera, de Mestre Paco.

Cocina en blanco
La cocina, situada a la entrada de la casa, se completó con una isla central. Su encimera se escogió blanca y en acabado brillante para que refleje la luz que entra desde el jardín y la multiplique en esta zona, que era más oscura al estar alejada del ventanal de la terraza. Encimera, de la firma Silestone.

Simbolismo cromático en el dormitorio 
El cabecero de DM lacado, los apliques en la pared, las mesillas diseñadas por Antonio García-Ruiz y el banco a los pies de la cama se suman al predominio del color blanco de la casa. Pero en el dormitorio se potenció la intimidad con ropa de cama en tonos cálidos. La lámina con motivos ecuestres añade profundidad y relevancia a la pared. Colcha y cojines lisos, de Filocolore, los estampados son de Ikea. Aplique I.cono, de Vibia. En Maisons du Monde encontrarás lienzos de gran formato.